viernes, 17 de marzo de 2017

LOS MILAGROSOS METS DEL 69

ESTRELLAS DEL BÉISBOL

(1ra PARTE)

Por Héctor Barrios Fernández.


En 1968 los Mets de New York terminaron en noveno lugar de la Liga Nacional, un alentador signo para ellos, pero con una semana para terminar la temporada, su manager, Gil Hodges, sufrió un ataque al corazón.

Los Mets y Hodges estuvieron haciendo recuentos un poco más de lo acostumbrado durante la primavera de 1969. Aunque estaban 100 a 1 en contra para ganar la serie mundial, los Mets impresionaron a un observador que los miraba no de tan lejos, ese era Casey Stangel. “Este equipo puede ir muy lejos hacia arriba,” dijo.

Los Mets tenían algunos buenos jóvenes brazos: Tom Seaver, Jerry Koosman, Nolan Ryan y Tug McGraw, cada uno de ellos tendría fructíferas carreras. Tenían además a Jerry Grote como cátcher quien era tan bueno a la defensiva que Johnny Bench una vez dijo: Si nosotros estuviéramos en el mismo equipo, yo jugaría tercera”.


Tenían a dos viejos amigos en el outfield, ambos de Mobile, Alabama, Tommie Age y Cleon Jones, también a un excepcional parador en corto, Bud Harrelson. Pero muchas personas pensaban que los Mets no tenían suficiente ofensiva como para derrotar a los Cardenales o a los Cachorros.

Por supuesto 1969 fue el año en que el hombre llegó a la luna y en el banderín de ganadores de los Mets ese año decía: “Un pequeño paso para Hodges y un gran salto para los Mets”.

Los Mets fueron tomados realmente en serio hasta el 9 de julio de ese año, cuando Seaver lanzaba un juego perfecto hasta el noveno inning contra los Cachorros, sólo para que un oscuro jugador llamado Jimmy Qualls, después de un out le conectara sencillo.


Seaver llamó a este juego su “juego imperfecto”. Pero esto llevó a los Mets a colocarse a tres juegos atrás de los Cachorros. Harrelson en ese tiempo servía al ejército de reserva y estaba viendo el juego junto con algunos compañeros en un restaurante en Watertown, N. Y.

 “Fue la cosa más extraña” dijo Harrelson. “Cada vez más y más comencé a sentirme como un muchachito y quería decirles a los otros, ‘yo conozco a Tom Seaver. Tom Seaver es mi amigo”.

Seaver fue la materialización del milagro de los Mets. Tuvo un increíble éxito en el montículo, pero su más grande contribución al equipo, pudo haber sido su actitud. Nunca pensó en perder. Fue muy divertido y los Mets comenzaron a jugar mejor y mejor bajo su liderazgo.

Hijo de un jugador de golf, Seaver creció rodeado de comodidades en el valle de San Joaquín en California. Después de terminar la escuela secundaria, decidió inscribirse a los Marines donde maduró físicamente.


Tom Seaver

Estando en la Universidad del Sur de California, firmó con la organización de los Bravos de Atlanta, pero la firma fue invalidada por cuestiones técnicas y los Mets lo ganaron en un sorteo.

En 1967, su primera temporada, ganó 16 juegos y fue apodado Tom Terrific, Tom el Perfecto. Esa temporada los Mets ganaron 61 juegos y perdieron 101, quedando como acostumbraban quedar en el standing final, en décimo lugar de diez equipos, solamente un año antes en 1966 habían quedado en noveno lugar.

En el milagroso año de 1969, Tom ganó 25 juegos y de paso el trofeo Cy Young como el mejor lanzador de la Liga Nacional. Se retiró del juego 17 años más tarde ganado 311 juegos en su carrera.



En contraste a su actitud en el montículo, Seaver siempre tenía una gran sonrisa cuando se encontraba en el vestidor, “cuando Seaver se ríe,” decía el cronista Lindsay Nelson, “el hace que los perros lloren”.

Pero Tom también se vestía muy a la moda, le gustaba el jazz, tomar vino, además es un hombre que no fácilmente olvida los desaires. Seaver y su esposa Nancy, estuvieron muy molestos cuando no ganó el premio Cy Young en 1971 y ellos llamaron a su gato con el nombre del lanzador que lo ganó, sólo para que siempre fueran recordados.   

Los más grandes competidores de los Mets de 1969 fueron los Cachorros de Chicago y su manager fue Leo Durocher. Durocher aún tenía algo de sus una vez brillantes facultades y había retenido su famosa irritabilidad.



Durocher fue particularmente brutal con los jugadores de la banca. En una ocasión mandó a un jugador a batear de emergente y el mismo Leo se estuvo burlando de su jugador, diciendo que era un inútil que no podía batear y no podía correr, que no sabía por qué lo tenía en su equipo. Después envió a Ted Savage a tomar turno al bat como emergente y éste se negó a salir y dijo: “¿Por qué debería de hacerlo, sólo para ser tema de tu abuso?”.

Los Cachorros de Durocher fueron un buen equipo, de hecho, los mejores Cachorros en 30 años. Ernie Banks estaba finalizando su carrera en la primera base, pero el tercera base Ron Santo y el jardinero izquierdo Billy Williams estaban en plenitud de sus carreras y Ferguson Jenkins fue un lanzador maravilloso.

Santo y Williams fueron producto del sistema de los Cachorros. Santo recordó que en las ligas menores Roger Hornsby fue su instructor de bateo y en una ocasión los sentó en fila en las gradas, uno por uno Hornsby fue recorriendo la fila, haciéndole comentarios a los jugadores tan crudos como: “Tú mejor regresa a limpiar zapatos, porque no puedes batear”. Fue eliminando un prospecto tras otro y Santo le susurra al oído a Williams, “Si me dice eso a mí, creo que voy a llorar”.


Hornsby se acercó a Williams y le dijo, “Tú puedes batear en las grandes ligas ahora mismo.” Luego se volteó a Santo y dijo, “Y tú también.”  (Continuará…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario